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Alcander, de Luisa Fernández

Ya está aquí... Legados

sábado, 16 de mayo de 2009

Cuentos de Erian - El primer brote del futuro (3 de 3)

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Aquí va la conclusión del último Cuento de Erian. Espero que la serie os haya gustado, quizás en un tiempo escriba más, pero aún no sé cuando, porque otros proyectos me reclaman. Se admiten comentarios sobre el relato y la trama. Participad. ¿Qué os han sugerido los enigmas que dejo caer en el cuento? Formulad hipótesis, eso siempre es divertido. Aprovechad para dejar volar la imaginación, para decirme qué os parece la imagen y si es acertada al relato... lo que se os ocurra.

También quiero aprovechar este post para anunciaros que esta noche y mañana por la noche será emitido en el programa de radio Breus uno de mis relatos, en concreto "La ninfa de los vientos", relato al que le tengo mucho apego porque lo escribí para una amiga que lo estaba pasando mal. Será a las 23:00, tanto hoy como mañana, pero no os preocupéis si no podéis escucharlo, porque lo colgarán en su web en unos días y podréis descargarlo en mp3. Aquí va el enlace:

http://www.breus.eu

Como recordaréis, en una ocasión ya fue emitido otro de mis relatos, "Como hadas guerreras", cuya narración justamente podéis encontrar en este mismo blog, bajo la cabecera. Cuando pueda colgaré también mi nueva participación.
Y dar las gracias al programa y a su director, David Morales, por esta nueva participación.

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Cuando Rugiente despertó no podía siquiera imaginar hasta qué punto había cambiado el mundo, y en consecuencia su propia existencia. Al abrir los ojos se encontró en un lugar tan extraño para cuanto conocía que no logró más que desconcierto. Parecía una cueva, pero no de roca viva como las moradas en donde se refugiaban, sino de algo distinto, similar a la piel de los Llegados; las mismas aparentes raíces que viera en los extraños recorrían las paredes, sólo que no eran sarmientos vegetales, sino otra cosa totalmente ajena. Por doquier se escuchaba un zumbido similar a un enjambre de furiosas abejas.
Rugiente miró a su alrededor. La estancia era enorme, fría, tanto como la superficie en la que se hallaba tendido. Trató de moverse pero no lo logró, lo habían sujetado a una superficie horizontal. Se sintió aterrado, como no, pues aquella situación era tan nueva para él que fue como una terrible pesadilla.
Al volver la vista a la izquierda reparó en los capullos. Así los identificó el primigenio, aunque no eran tales, no al menos como aquellos que bordaba la naturaleza. Además de enormes, del tamaño de los mismos Llegados o más, aquellos contenedores mostraban su interior gracias a una capa transparente, de nuevo de un material desconocido para Rugiente.
Y allí, flotando en un fluido azulino y burbujeante, la primitiva criatura se vio a sí mismo.



Esa fue su primera impresión. La verdad era que aquel ser no se parecía en casi nada al primigenio: era menos robusto en complexión aunque a la vez no se le veía afectado por la cabalgante anemia a la que la falta de comida había condenado a Rugiente y los suyos; las extremidades, más cortas en el caso de los primigenios, se habían equilibrado con el resto del cuerpo hasta formar un organismo perfectamente armónico; asimismo, los arcos de la frente eran más delicados y la mandíbula menos prominente. Y lo más importante, se mostraba totalmente erguido.
En realidad, Rugiente estaba observando una nueva raza, derivada de la suya propia. Sintió una inexplicable aversión hacia lo que la intuición le marcaba como un engendro, una violación de sí mismo. Aquel sentimiento lo acompañaría durante toda la vida, y sería heredado por sus descendientes como algo amorfo e inexplicable.
Sus ataduras desaparecieron de repente. Rugiente, preso de una ira animal, se abalanzó contra el capullo, y con golpes de sus manos torpes trató de agredir aquella versión mejorada de sí mismo. Jamás hubiera tenido éxito, pues su carne era débil en comparación con la envoltura, pero la aparición de uno de los Dioses lo amedrentó. De nuevo se vio presa del hipnotismo, y cuando quiso advertirlo se hallaba en el exterior, bajo la luz del sol, de nuevo en el sur del mundo. Rugiente no podía saberlo, pero habían pasado muchos soles y muchas lunas desde que fuera tomado del valle.
En adelante no recordaría nada de su permanencia en aquel lugar extraño. A partir de entonces los Llegados serían vistos muchas veces a lo largo y ancho de Erian, haciendo y deshaciendo a su antojo. Mucho cambiaron, y mucho más habrían de cambiar. En la tierra nacieron nuevas criaturas derivadas de otras ya existentes, y también en los cielos, donde bestias aladas de brillantes y aceradas pieles comenzaron a surcar el mundo un tiempo después.
Los primigenios, a pesar de que su aspecto prosperó apenas tras largos milenios, habían ciertamente variado más que ninguna otra criatura nativa. El contacto directo con los Llegados, y sobre todo la manipulación ejercida, había tenido una consecuencia no planeada por los seres. El odio había germinado en los primigenios, los phomhor, como los habían llamado los Llegados, una ira que dirigieron sin meditarlo hacia las nuevas creaciones derivadas de ellos mismos. Fue algo irracional, como irracionales se tornaron Rugiente y los suyos.
Porque otra especie había llegado para recordarles cuan limitados eran. Los albos, así fueron conocidos por los Llegados, a quienes los nacientes individuos adoraron como lo que sin duda eran, divinidades, Dioses Moldeadores.
Los albos, el primer brote del futuro.
Los hombres habían amanecido a la luz de Erian, la historia estaba a punto de iniciarse.



Imagen: Fotomontaje del autor

7 comentarios:

LOREA OTSOA HONORATO dijo...

Ya tenía ganas de leer lo que seguía, jeje; me ha alegrado verlo por fin publicado. Muy interesante´.

Blanca Miosi dijo...

Javier, me asombra el despliegue imaginativo de tu cuento, ¡Y la historia está a punto de iniciarse!

Los Dioses Moldeadores, los Albos. Qué maravilla!

Encantada de leerte, Javier,
Besos,
Blanca

Cristina Puig dijo...

Yo también tenía ganas de leer la continuación. Me encantó la historia, coincido con Blanca. Tienes una imaginación portentosa, me gustan mucho las historias que incluyen cosas originales que no están vistas, no típicas ( no se si me explico), lo que sale directamente de la mente del autor sin "copiar de la realidad". (En Mallorca no sé si podré escuchar el programa pero espero que lo cuelgues!

Saludos de una lectora,
Cris

Alsharak dijo...

Saludos Javier!

Aunque había leído la conclusión hace un par de días, por azares crueles del destino, aún no había podido comentarlo...

A nivel de escritura poco puedo comentar, muy buena como siempre, y es un colofón perfecto a los anteriores.

Me ha gustado especialmente el toque que le has dado a los Dioses Moldeadores, que parecen algún tipo de raza con amplios conocimientos de genética.

Lo único malo es que me quedo con las ganas de saber más jaja.

Saludos!

Jesús F. Alonso Asensio dijo...

Hola Javier,
recién llegado a tu tierra me encuentro un cuento que me ha encantado, y sospecho que viajaré muy a menudo por estos lares.
La palabra primigenio me traía recuerdos de mi época lovecraftiana aunque es evidente que Rugiente y sus compañeros no son omnipotentes a diferencia de los del amigo H.P.
Y el final me ha gustado mucho, situaba la historia en otro planeta y de repente me encuentro con la palabra hombres en el desenlace. ¿Se trata de nuestro futuro, una tierra paralela,...? con esa duda me quedo. Sé que comentas que el proyecto es muy amplio como para subirlo al blog, pero espero que de vez en cuando nos des pinceladas de Erian.
Un saludo.

Javier Pellicer dijo...

-Lorea: me alegro que el relato te haya gustado, gracias por el comentario.
-Blanca: En realidad, este cuento no es el primero relacionado con Erian, pues éste es un mundo que llevo dándole vueltas durante años. Sin embargo, podríamos decir que este relato es un prólogo de la extensa historia de ese mundo, un prólogo, el primera gran acontecimiento que acabará en el final que, de momento, tengo en mi cabeza. Gracias por tus palabras, me saben a gloria porque vienen de una grandísima escritora.
-Cristina: Es cierto que mi saga de Erian tiene cosas bastante originales, pero como en toda historia fantástica es inevitable que hayan referencias directas o indirectas a nuestro mundo. En este caso, parte del relato tiene semejanzas con la maravillosa 2001: Una Odisea del Espacio. Eso sí, la mayoría es de cosecha propia. Gracias por tu visita. Y sí, colgaré la narración de mi relato La ninfa de los vientos, mañana mismo.
-Alsharak: me gusta que te hayas metido con las hipótesis. Lo mejor de una historia es que mueva al pensamiento del lector. En cuanto a los Dioses Moldeadores... no son "exactamente" una raza. Fíjate bien (fijaos) en ciertos detalles muy sutiles que explican su naturaleza. No digo más.
-Jesús: Eres más que bienvenido a Tierra de Bardos. Me encanta tener nuevos caminantes, como os llamo a quienes seguís el blog. No, Rugiente no son omnipotentes, en realidad son algo así como hombres prehistóricos. ¿De dónde? Esa es una clave de la historia. No es la Tierra, tampoco una Tierra paralela, por lo tanto es otro mundo, de otra dimensión (ahí es cuando los físicos me matan, pero esto es ficción fantástica). ¿El tiempo en relación a la Tierra? Digamos que el relato acontecería temporalmente en nuestro futuro, pero como ya he dicho en otro mundo totalmente distinto, donde sin embargo ha nacido una humanidad. Sin embargo, sí hay una conexión entre Erian y la Tierra (¡me estáis tirando de la lengua!). Es una de las claves maestras de la saga de Erian, por lo que no me atrevo a desvelarla (¡Editoriales, publicadme para que nadie se quede sin saber tanto misterio!).

Víctor Morata Cortado dijo...

Veo que tienes grandes alabanzas acerca de este relato de Erian. Yo me sumo a ellas, pues como te dije en tu día, me parece una historia lograda, iniciática, que te crea la necesidad de adentrarte en Erian y su historia. Yo, que he leído algo más profundo de estas tierras y sus personajes, creo que es un relato revelador, tratando a un tiempo, con cautela, los orígenes de un mundo que albergará grandes hazañas y aventuras. Un fuerte abrazo.

Narración radiofónica de mi relato "Como hadas guerreras"